Han transcurrido ya más de seis semanas desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) otorgó la categoría de pandemia al brote de coronavirus (COVID-19), que amenaza con cambiar los usos y costumbres del planeta.
Medidas económicas y sanitarias de choque; nuevos métodos docentes a distancia; la supresión de las competiciones deportivas y también el modo de consumo de alimentos.
Solo hay dos opciones: adaptarse o cerrar.
– Adaptarse a los nuevos protocolos urgentes en materia higiénica para cumplir con la normativa y poder abastecer de comida a los clientes.
– Muchos hosteleros y propietarios, en cambio, se han declinado por un cierre temporal, el famoso `ERTE´.
Con la obligación del confinamiento general, dictaminado por el decreto del Estado de Alarma, muchos de los negocios que se han declinado por `adaptarse´ han logrado disparar sus ventas mediante la comida a domicilio. Han sabido adaptarse y poder ampliar el abanico de tipos de comida para ofrecer una mayor variedad al consumidor.
Ante el aumento de pedidos, las conocidas plataformas digitales se han visto obligados a contratar a repartidores `riders´ para satisfacer la demanda del mercado.
Con la irrupción del COVID-19, ese malicioso y desconocido contendiente, los primeros días de confinamiento parte de la población estuvo temerosa de adquirir productos a domicilio. Con el paso de los días, la gente se ha cansado de cocinar y la opción que existe es que te lo manden a casa.
Con la prórroga anunciada por el Gobierno y con el horizonte puesto en ampliarlo aún más, esta tendencia al alza parece que se podrá mantener. Una oportunidad entre tanta desgracia para el sector hostelero, sector que se ha visto duramente azotado por esta pandemia.